El campo español ha vivido este año una de sus campañas de cereales más anómalas, con un 30% menos de cosecha respecto al año anterior, y la subida de las temperaturas puede empeorar aún más la dependencia del exterior. Sus 18 millones de toneladas no son suficientes para alimentar la demanda.

Aparte de los golpes de calor, hay la guerra de Ucrania, que ha disparado los costes de producción, y por ella hay la necesidad de trabajar de manera diferente y calcular mejor los márgenes de las explotaciones.

La mejora genética frente a eventos meteorológicos adversos como las sequías, las olas de calor o la falta de lluvias es una forma de mejora.

REVISAR LOS PROCESOS DE PRODUCCIÓN

También la búsqueda de semillas de nuevas variedades cada vez más adaptadas a las condiciones climáticas.

Hace veinte años, los rendimientos medios en casi todos los cereales eran un 10% inferiores a los de ahora y, gracias a la ciencia y la tecnología, el mundo ha podido seguir alimentándose porque «el crecimiento del consumo de cereales va de la mano del crecimiento de los rendimientos de las producciones.

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